En un mundo en el que el turismo de masas está muy presente, está surgiendo un nuevo movimiento que empieza a ver la luz. La pandemia mundial que estamos viviendo nos ha demostrado que el turismo de masas ya no es el futuro en este campo. Ambientalmente, ecológicamente, socialmente, el turismo está evolucionando y cambiando, para avanzar hacia un modelo más sostenible y responsable: el Turismo Lento.
¿Qué es el turismo lento?
El turismo lento se inspira en Slow Food, que apareció en 1986 y vino directamente de Italia. El objetivo era reaprender a descubrir los placeres de la gastronomía, tomándose el tiempo necesario para degustar. Fue a principios de la década de 2000 cuando nació el turismo lento. Además, caracterizado por una forma más suave de viajar. Tomarse su tiempo, centrarse en sí mismo, hacer descubrimientos culinarios, descubrir nuevas culturas y conocer a la gente local, son las palabras clave de este nuevo tipo de turismo.
¿Cuáles son las ventajas del turismo lento?
Del mismo modo que el Slow Food se opone a la comida rápida, el turismo lento se opone al turismo de masas. Asimismo, este permite a los turistas viajar a su ritmo y según sus deseos, a diferencia de las ofertas que ha hecho la industria turística en los últimos años.
El turismo lento tiene muchos beneficios ecológicos, ambientales, personales, culturales y sociales, entre otros.
Conocer a la población local, su modo de vida, sus especialidades culinarias, utilizar medios de transporte más suaves como el senderismo o la bicicleta… El turismo lento es un verdadero estado de ánimo para quienes se embarcan en esta aventura viajera.
Pausa y reflexión
El turismo lento es una forma diferente de organizar el tiempo. El objetivo es centrarse en uno mismo y en sus seres queridos, dedicando tiempo a vivir experiencias de calidad. Cuando practicas turismo lento, te comprometes a descubrir una cultura, una historia y sobre todo a las personas que la componen. Parece que no debería llamarse turismo porque es una alternativa para vivir experiencias únicas y auténticas (ejemplo: descubrimiento histórico, comida…). El turismo lento es, en efecto, una alternativa interesante al turismo «rápido» de menos de tres semanas. Como resultado, ha llevado a todos a buscar un exceso de actividades en entornos generalmente masificados. De ahí la ansiedad…
Este estilo de vida le permite tomarse un verdadero descanso y volver a centrarse en sí mismo. Permite reconectar con la gente y la naturaleza.
¿Se imagina ir a conocer a un chef local para entender su «arte»? ¿O tomar una copa al final del día con los habitantes de un bonito pueblo de la Provenza? ¿O practicar el cultivo de la sal en Bretaña? Ser «lento» es recargar realmente las pilas en torno a actividades sencillas y completas que permitan la introspección y la reconexión con la realidad. En el mejor de los casos, conocerás gente de calidad y una cultura que te permitirá tomar conciencia de tus sentimientos estando en el momento.
Un aspecto ambiental
En general, el turismo lento es una forma más limpia de viajar. Da prioridad al tren que al coche, descubrir regiones cercanas en lugar de ir a destinos más lejanos. Preferir unas vacaciones más auténticas. Por lo tanto, tenemos que avanzar hacia una forma de turismo más sensata. Además, cuando practicamos el turismo lento, nos comprometemos a sumergirnos en el corazón de una cultura. Es una alternativa al turismo de masas tan frecuente en nuestra sociedad actual. Aprovecha el paisaje y las costumbres locales para recargar las pilas.
Además, la pandemia de Covid-19 que vivimos actualmente nos impide viajar por el mundo. Nos lleva a descubrir más nuestro propio país o región. También vivimos tiempos ecológicos difíciles. Las emisiones de carbono y CO2 no dejan de aumentar y tienen un gran impacto en nuestra ecología. La globalización y el turismo de masas desempeñan un papel importante en estos efectos negativos.
De hecho, el turismo de masas es un factor de degradación medioambiental. El transporte aéreo y la deforestación son los principales actores. Las grandes infraestructuras suelen destruir la biodiversidad, contaminar los recursos naturales y desfigurar los paisajes.
El turismo lento es, por tanto, un arte de vivir que se desarrollará con fuerza en los próximos años.
Un viaje cultural
En lo que respecta al turismo cultural, es un componente importante del turismo lento. La cultura es una de las formas más populares de turismo. Su objetivo es descubrir en profundidad el patrimonio cultural de una región y el modo de vida de sus habitantes. Un viaje cultural significa: visitar lugares naturales, edificios emblemáticos, monumentos religiosos importantes, gastronomía local, museos regionales o galerías de arte. El patrimonio cultural de cada país es rico y merece ser descubierto de la forma más bella. Hay que tomarse el tiempo necesario para nutrirse de cada elemento.
Viajar deja en nuestra memoria imágenes de paisajes urbanos y de la naturaleza. Además, el aspecto cultural es muy importante para el desarrollo del yo. Es un elemento que a menudo se descuida en la percepción de los viajes.
El turismo lento es diferente porque incluye este aspecto cultural por derecho propio. Ayuda a fomentar los vínculos interculturales, la apreciación y la comprensión de otras culturas. Permite aprovechar las culturas extranjeras para reencontrarse y redescubrirse. El turismo lento también ayuda a acabar con los prejuicios y estereotipos al interesarse por nuevas culturas, abriendo el camino a nuevas amistades.
Por fin, el turismo lento es el futuro de este sector, que ha estado luchando desde la llegada de la pandemia. Sólo hay que dejarse llevar por este espíritu de aventura y descubrimiento. Abrir los ojos y el corazón a nuevos lugares. Te esperan muchos destinos, paisajes y personas.
¡Y sobre todo, no olvidéis que las imágenes significativas están en vuestros corazones y mentes, no en vuestro teléfono 😉 !